Diálogo con mis cuadernos

Hoy me dispongo a cerrarte. No es que te de carpetazo; ni tan siquiera he agotado tus posibilidades, aún te quedan huecos y hojas por llenar de emociones, ideas, pensamientos. En parte siento como si un ciclo se esfumase entre tu pasta seca. No, no es eso, es que en un acto de generosidad he decidido dejarte esas últimas láminas para tu espacio, por si tienes algo que contarme en esta andadura que llevas conmigo. Te hablo a ti, pero sois tres: el cuaderno cuadrado de patitas que empecé a recopilar espontáneamente el día que decidieron darme puerta (a mí sí me dieron puerta, amiga!), el segundo más compacto que fue inaugurado, lo recuerdo, con una de mis primeras escenas in situ narrada a través de unos ojos afectados por la espera en una consulta que semanas más tarde sería mi verdugo (cómo olvidarlo!). Y unos terceros cuadernos , un pack de dos que agrupo en uno, libros de poemas que son mis primeras alegrías de mi retorno. En realidad los tres sois precursores de esta incierta continuidad que hoy sigue siendo a través de vosotros. 
No penséis mal, no es que el nuevo os reemplace, siempre seréis los primeros e inolvidables,pero el tiempo y vuestro espacio limitado me ha forzado a una nueva elección. Y he aprendido de la experiencia que he adquirido de vosotros. Fijaos que este segundo cuaderno de notas tiene una solapa que cubre la mitad de la cubierta; no es en vano, es para proteger el deterioro del contenido por uso y transporte en el bolso y en el bolsillo. Y tiene un tamaño superior; no es porque sienta más ganas de cumplimentarlo, sino por pura comodidad para poder escribir sobre cualquier superficie con mayor facilidad. También me he permitido el lujo de escoger un color más acorde con mis predilecciones personales: un tono rosa liláceo con ribetes verdioscuros. En la cubierta posterior reza "william blake (1757-1827) poems". No os sintáis de menos, es una simple anotación que no había ni visto.