vio tus ojos abiertos por última vez.
Quién sabe si en ellos aparecieron
esos seres que formaban tu rito de despedida:
Dicen que allí no entró ningún pájaro negro
para llevarte en sus patas de la cama,
y cruzar el cielo de vida, al otro lado,
ese lugar que casi todos tememos
y nadie sabe qué espacio ocupa
ni el que nosotros ocuparemos.
Cruzaste el mar sin alas negras,
y un pájaro blanco quiso cruzarse
con una de tus almas más queridas
el día de tu pasaje definitivo.
Atrás quedó casi un siglo caminando
con lo puesto, y lo más importante,
a cuestas. Del mismo modo, te alejas
y te quedas aquí adentro,con nosotros,
con el cuerpo lleno de amor y penas
y las manos, ligeras de equipaje.