Era una noche preñada de olivos
sobre un jardín de olivas negras.
Un coche mal puesto, una puerta silvando,
salí; y al volver me habían profanado
el bolso, las llaves y tus letras.
Fui a recogerte y me vi en el agua
nadando en la furia del fondo marino
engullendo mi coche, mi cuerpo, las llaves.
Y lo peor fue verte a lo lejos
jugando alegre sin prestarte a salvarme.
Despierto aturdida en un mar de angustia.