En este día uno del solsticio de nuestra palmera
navego por los pliegues de tus ramas
al sudor de tu sombra.
A tí me arrimo
esquivando tu mirada,
como si tal cosa.
Tanta es la pasión que corre en mi soplo
que mis ramas se enraizan en tus plumas
como un suspiro a su anhelo.
Mi anhelo, mi boca tuya.