Has dejado escurrir por mis veredas
las sombras de hervor enarbolado
sin exteriorizarte.
Las vertientes subterráneas
abiertas de asombro
siguen su camino
ocultas en aguas impasibles;
la quietud rota bajo el suelo
remueve la entraña de la tierra
a falta de su temblor.
Humedales de flores estrelladas
rezuman toda la paciencia
que me has enseñado a atesorar
sin juzgar lo ajeno , en lo propio
como coste de oportunidad
enamorada en tu ausencia de ti.