En este espacio que media entre tú y yo
nos acerca el viaducto del sentimiento.
A dos pasos de distancia de la hoguera
de otro año quemado,
de la perspectiva de otros mundos
en la dimensión del pasado,
donde una vez coincidimos
y nos quedamos.
Allí te escribí el primer poema.
Evolucionamos a paso de hormiguitas
que suben por mis ramas a tu tronco.
La hormiga se hizo margarita en tus pieles,
el sauce se hizo canto en las mías.
Las pieles se dividieron en ramitas,
los cimientos del nido de esmeraldas
que azarosas merodean nuestros misterios
y copan con su brío nuestras esquirlas.
Una cotorra con tu rama en su pico,
se convirtió en rama, y tú en cotorra.
Desde entonces, vivimos de pluma en cresta,
saltando de árbol en hoja,
de trino en madriguera,
soltando en cada vuelo los sentidos,
transportando en cada sílaba que tomas
los enigmas del fondo de la palmera.
Mi tu secreto, tú, mi poema.