A veces,
se me cruzan trozos de memoria
recuerdos de agua y colores,
un salto de semáforo
que cruza tu espacio
y arriba a tu silencio.
Y entonces valoro abrir los ojos
sin estrellas enredándome las sienes
con la mente fiel a la cordura
en continuas cavilaciones
y el deseo de un café con azúcar
pellizcado entre mis labios;
o tal vez no.
También celebro
el momento de momentos
que no veré en mi horizonte
pero serán por ti vividos
y todos esos otros que hoy compartimos
que no disfrutaremos juntas.
No lo niego, me hubiese gustado
haber sido más que un grito
rebotando en mis oídos,
aunque a veces, algunas veces,
sólo hay lugar para la ausencia de sonido
y el logro de tener la cabeza despejada.