Esas manos sin huesos que atraviesan la piel y la carne,
una intersección fortuita sin acuerdos,
cegada por la tensión del deseo
apenas tocando el aire que envuelve nuestro espacio interior
al que he sido invitada sin cita previa.
Soy un Turista casual que cruza tu sendero,
se sienta en tu banco de forma selectiva
y voluntaria
entre luces y sombras de ajenos
observo y devoro sin pronunciar palabra
la inmensa marea verborreica que proceso
en mis adentros
sin expectativa previa.
Inicio un nuevo paseo
alejada de la esperanza estática
en tu mirada me transformo y me libero
busco simplificar lo evidente
sin acuerdos.
De nuevo el ruido del silencio
replica nuestro camino,
un placebo para el trayecto
que ha de llevarnos al mismo punto de encuentro
entrelazados a más de dos metros de distancia.
Hallado y perdido al mismo tiempo,
hallada y perdida al descubierto,
algo tan simple como complejo.