miércoles, 24 de octubre de 2012

Del infinito y el uno.





De repente,

un raquis desplumado de tus alas

se ha cruzado en mi garganta.

Espero sea broma

el temor de tu espina dorsal en blanco,

de tu raquis al desnudo, 

de nervio sin plumas,

de zonas deshabitadas en tus alas.


Por suerte, el cálamo sigue intacto,

las plumas llenas de barbas

las alas cubiertas de capas

a pesar de este otoño crudo.

Porque fue de pronto

que el ala de un colibrí cruzó mi hoja.

Ahora sólo veo infinitos tonos 

de un solo verde cálamo.