De repente,
un raquis desplumado de tus alas
se ha cruzado en mi garganta.
Espero sea broma
el temor de tu espina dorsal en blanco,
de tu raquis al desnudo,
de nervio sin plumas,
de nervio sin plumas,
de zonas deshabitadas en tus alas.
Por suerte, el cálamo sigue intacto,
las plumas llenas de barbas
las alas cubiertas de capas
a pesar de este otoño crudo.
Porque fue de pronto
que el ala de un colibrí cruzó mi hoja.
Ahora sólo veo infinitos tonos
de un solo verde cálamo.