Se rompió la botella cuando aún en su poso
el mosto era joven.
Es difícil recordarte de otro modo
al que recuerdo a él
si tus días de agosto me llevan al lento paso de tus articulaciones
mecidas por la pereza del sopor del verano lamiendo la piel.
Nos lame de nuevo el mismo embite de despiste.
Tu rostro fino de porcelana a punto de resquebrajarse
a golpe de efectos secundarios, la mudez
de una madre que fue amor, fuerza y vida
y ahora apenas balbucea delirios de otro mundo.
De tu comisura sin retención cae vid, quiero creer,
porque así veo la historia hecha a mi cuento
en lugar de ver, de nuevo,
una botella rota cuando aún en su poso
el mosto no es de uva añeja.
Vino sin tiempo.