lunes, 3 de septiembre de 2012

Tu pose provocadora







Asombrada, asistí a tu peculiar pose de atracción.



En pleno invierno, las mangas arremangadas hasta los codos, mostrando esos bellísimos brazos desnudos y alargados; la camisa semi desabrochada enseñaba tu pelusa de tez clara donde tus brazos constantemente iban a acariciarse el pecho. Las piernas, abiertas y estiradas, imponiéndose descaradamente sobre los extremos del cuerpo que sobresalía del sillón que estaba frente a ti. Un armazón, grande e imponente, se descubría insinuante y desvergonzado. 

El interior, hueco, no vestía tu pose provocadora, dejándote en pelotas frente a mis ojos.