Mis poemas favoritos

A 17 de julio del 2025, rescato este espacio en su mínima expresión.

Begoña



Luis Cernuda

 NO DECÍA PALABRAS 


No decía palabras,

acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,

porque ignoraba que el deseo es una pregunta

cuya respuesta no existe,

un mundo cuyo cielo no existe.


La angustia se abre paso entre los huesos,

remonta por las venas

hasta abrirse en la piel,

surtidores de sueño

hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.


Un roce al paso,

una mirada fugaz entre las sombras,

bastan para que el cuerpo se abra en dos,

ávido de recibir en sí mismo

otro cuerpo que sueñe;

mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,

iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.


Aunque sólo sea una esperanza

porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.


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Antonio Pérez Aponte (Puerto Rico)


BUENA MUJER QUE MAL YO QUIERO


Quise abrir tu corazón a grandes coces mi querer,

obligarte sensacón a pasos veloces, sin poder.

cruzo perturbado los pasillos sin mirar,

cargo preguntas que encuentran más suspiros que respuestas

¿Dónde estás?

Esta excusa para vivir me la tengo que guardar en el bolsillo.

Este pretexto para dejarme ir me lo tengo que enterrar

a goples de versos sencillos.

Caminaré las calles enredando sentidos,

procuré escrutarte con temas gastados.

¡ Sustentando penas no sigas, amigo!

Cuando sí iba a matar tantas veces

este paso apresurado de quimeras

despierto dormido, reviento esperanzas.

Pero cuánto dolor descubro hoy,

aquellas palabras.

Jamás había visto que después

había lágrimas, entereza.

Nunca me supe más miserable,

estar sentenciado al hielo de tu espalda.

Ahora me saben saladas las mejillas. 

Si te miro tengo párpados inflados.

¡Cuánto te amo!

Tú querías te llevara sin dolor, a paso lento.

yo procuraba la prisa de quererte enseguida.

Cuántas veces me dijiste.

Cuántas no quise escuchrte.

Oh niña simple, cuánto quisiera ahora

haber matado este dolor antier

Si ahora me persigue un mañana inquieto,

no querido.

Lastimé la forma de quererme arrepentida.

violenté el sentimiento hermoso más allá,

esa amistad sin culpa ni castigo.

Ciego aguardaba

echaras el resto

de los versos al olvido

o acariciaras este triste amor mendigo.

Cómo duele saberse vencido.

Qué harás ahora niña altanera entristecida.

Qué harás después buena mujer

que mal yo quiero.


MI AMOR ESTADÍSTICO.


Si mi interés no fuera más que determinar un poco

la docimacia de esos ojos que ahora me miran

y la varianza de tus deseos, no tendría más por qué hablarte

de la probabilidad de un beso a duras penas darse

ni de la bondad de ajuste de tu cuerpo al mío.

Si las diferencias que marcan el paso de estas vidas

no contaran como relativas dispersiones de las ansias,

no habría por qué imponerle límite

a la fórmula conque te disparo las palabras.

en verdad voy a tener que reestimar,

rehacer la regresión de los valores

que me dicen que todavía sí hay un binomio estimado en la sustancia.

Todavía no sé cómo puedo correlacionar los sentimientos

o determinar si es que existe regazo en la esperanza.

Alguna imponderable predecible se contiene

en mi error estimado, en mi serie histórica continua.

A lo mejor no existe más que mi universo.

Voy a tener que separar cada evento como si fuera un sesgo de infortunio

o un intérvalo de caprichoso contenido.

A cuál de tus variables dependientes

habré de someter la independencia de mi corazón altivo, 

cuál será la desviación estándar de tu mirada

y el nivel de confianza de tus manos

para ubicar las mías un poco adentro de la moda,

de ese ámbito tuyo que me alienta, 

o es que debo sacarte la miseria de raíz cuadrada

al triste por ciento que me toca.

Conoces bien cuál es el coeficiente de determinación

que guardo aquí debajo,

y la distrubución de frecuencia de las palpitaciones

de este tigre de amor que aún espera tu regreso.


DIME TÚ


Dime tú

la dirección exacta

la posición precisa

de las coordenadas

que habrán de guiar mis brazos

hacia tu espíritu

sólo habré

de llevar un cincel

para dejar una huella

como un corazón atravesado

en la corteza de un árbol

¡es que tengo unas ganas

de hacerte feliz,

niña!




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