Cuando día a día muere el verde
hasta no verse en nosotros.
No hay huellas en los cabellos
de las rocas del río
donde peinarte.
Embalsamada entre los muros
el agua corre moribunda
a ras de cemento.
Lo lograste, mi cotorra sabia:
las alas de mi pico, zambullidas
en el fondo del cieno bajo tus algas,
aunque mi cuerpo, aparentemente
esté tomándose un baño.
Quedé sola sin puertos ni esperanzas.