Hechos que sólo la emoción entiende.
Morir, por ejemplo,
como deseo de un solo dueño
fraguado en su horizonte de sueños.
Una ensoñación dormita en versos
bañada por el sol y el aire
libre de ser y fallecer
como le place, advenediza.
Tan sólo a ella le concierne
dejar de ser o estar. Y yo?
Morir. En paz,
con nadie y todos viéndola hablarse
al margen.
Un insólito dolor
va, viene y nos hiere
sin cuestionarse porqué me escogió a ti
y no se escogió a él.
Lo sé, lo sabes,
a quién más le interesa
cómo las hojas se mecen a su antojo?
Ojalá fuese tan sencillo
como significante de quiero y puedo.
En esta muerte, sola,
sólo como deseo
este deseo tiene cabida.
No hallo olvido que te convierta en espectro.