Hoy la espuma no era espuma,
eran olas violentas, torcidas, sedientas de orilla
irrumpiendo su presencia sin previo aviso,
en la arena.
Se rebelan contra el olvido, reclaman
su porción de tierra, apropiada sin permiso
por la humana naturaleza.
Por eso mojan a cualquiera que se acerque al rompeolas:
no es nuestro sitio.