miércoles, 3 de noviembre de 2010

Nuestro jardín el día de los Santos

Un comentario me llevó a visitar de nuevo nuestro jardín interior.
Recordé que guardo semillas bajo su tierra, poblada por hierbas según he observado hoy, recuerdas? aquellas que contienen nuestro amor.
Sigue siendo el jardín que juntos diseñamos mi padre y yo,
coronados arquitectos de nuestro mutuo proyecto, nuestro hogar.




Allí plantamos muchas flores y árboles frutales,
el limonero que no había modo de cuajar,
el ficus enano que se convirtió, tras dos años sin despegar, en gigante
y que aún no podemos sus raíces arrancar
de tan arraigadas que las mismas a la tierra penetraron.
Se resisten a desaparecer.
Tantísimos geranios de todos los colores llegaron a florecer,
 múltiples rosales de distintos tonos,
y los bulbos tulipanes que por todos lares diseminé.
Por supuesto no faltaba su ramo de hierbabuena y el captus esquinero,
este último sobrevive y se alza altanero
desafiando su cercano destino trágico.
Desapareció el Sauce llorón que se apropió de medio terreno,
propio y ajeno, todavía persisten sus raíces bajo suelo,
trabajo nos dió cortar su tronco lleno de gusanos, a punto de desvanecerse
y poder haber causado algún incidente externo en otro cuadrado delimitado.



Ya no queda rastro de las perfumadas damas de noche que embriagaban mi olfato en la oscuridad.
Cuántos años las disfruté junto al canto de las chicharras en verano
y las molestas picadas de mosquitas que evité con potingues de citronela;
 también recuerdo los primeros años
en los que todavía no existía el cuartel de bomberos al lado,
que disfrutábamos del concierto de ranas- aquí se llaman granotas-
al unísono con las chicharras acompañando nuestras conversaciones.





Tras su poda radical en navidad, he encontrado hasta flores espontáneas,
una margarita violeta preciosa, y las típicas flores amarillas silvestres que se expanden por doquier.
Todo el patio lleno de olivas, con sus baldosas romboides que diseñé, en el centro,
el único árbol conservado superviviente.

Allí cayó tu trozo de sol esta mañana, tu legado de que todavía sigue siendo nuestro jardín interior.