amalia llorente
27/07/2013
Alivia los ojos en un baño de manzanilla
a la vez que observa
lo que se cierne sobre aquella emoción
a la que puso un rostro.
Ahora
ese rostro lleva sus pétalos de abanderado,
y ella, sin verlo,
no recuerda sus cardenales
cercenándole la herida.
De su imagen el olvido,
del violeta al amarillo.