Esas zarpas que no patitas
eluden a ese archivo inconcluso,
aquel libro empezado con registros a medias
y hojas sin garabatos ni bocetos
que descansan bajo unas tapas impolutas
cuyo estreno brilla por su ausencia
de ausencia del primero del plural, escindido.
El ciclo se cierra incompleto en una carpeta
que alguna vez
contuvo la magia digital de mi anhelo
en tu palabra tierna mordaz de lengua sin pelos.
Cruzo la página en rojo
como un aviso que se me antoja certero
(recuerda que detesto asomarme en verde):
donde no hay reglas de cumplimiento
no hay espacio que el ánimo clausure
cuando el amor se vuelve a escribir con hambre de ser.