Tan evidente la ausencia de intercambio,
tan transparente la falta de afecto,
que tras tanta claridad irrefutable en sus actos
no se diese cuenta e insistiese en ser su estorbo.
Existen espinas que nunca paran de crecer
como algodones que no dejan de morir sobre el suelo.
En su claridad dolorosa,
los ojos del corazón oyen lo que no ven.
Y aún en su historia se sorprendió
de haber sido durante tanto tiempo viñeta de amor.
La huella que no puede plasmar
se clava en su cuento pendiente.