lunes, 5 de agosto de 2013

Una maceta mozárabe




Sonrío.
Extrañas interacciones
el mar enfrente lleno de ira me acuna
a primera hora de la mañana
con mi niña.
Perdí mi padre años a,
mi mamá yace en el fondo de corales
presa del encanto sin memoria;
y te recuerdo, mi niña del mar,
mi niña perdida en este mar de letras.
Nunca me entendiste más allá
de un florero sin tiesto. 
No ella,
sino tú,
ese que nunca fue más
que un fantasma receptor de mis emociones.
Una maceta mozárabe,
mi raíz color.







Obertura del lilium





La última obertura de su latido estremece el aire. 
Allí mismo, rendido, se abre el sueño, fresco, en su piel arrugada. Los sueños tienen el don de perpetuarse mientras el tiempo nos envejece.