martes, 15 de febrero de 2011

La charca y el musgo

La charca se ahoga en su propia savia. Sus brazos se agarran encorvados al musgo de sus bordes en su último intento de sujetarse a la vida, huyendo de la ansiedad.

Hubo un tiempo en que la charca echaba pestes del musgo, su textura enturbiaba su radiante rostro transparente oscureciendo su tez.

Ahora, el musgo en un irónico gesto de cordialidad, moja su cuerpo algado para ser más jabonoso al tacto, y escurridizo.



Begoña Gamonal