Cohibida ante la falta de carantoñas,
agasaja su orgullo propio entre lágrimas de folletín.
Ante la multitud
recolecta todas las palmas en sus plumas
a su vez que pinta tus uñas en sus manos
en un amargo gesto
de contradictoria redención.
Las palabras sujetan la unión
de dos cuerpos con ego de protagonismo.