Ave del paraíso
En alguna estación perdí mis ramas de retoño;
en una plácida noche de estrellas fugaces
te encontré en mis cavilaciones de quimeras
allá cuando el ruiseñor del prisionero fue masacrado.
Un tacto de inapelable destreza sincera
despejaría toda duda por ausencia
interpuesta a mi razón,
más adelante.
interpuesta a mi razón,
más adelante.
El corazón y tú, de intención
deslenguadamente comedida y desnuda
se apoderaron de mi escenario vuelta función.
Entre actos, la representación se tornó una obstinada obsesión
por esas manos que no temen tocar adentro.
En alguna estación me perdí en tus ramas de perpetuo retoño.