miércoles, 4 de julio de 2012

La vie en rose de guau





Fue día el ladrido tierno de unos ojos cantarines con la cola agitada en perspectiva.
Enloquecido, no llegaba la boca a morderse la cola, no  habría repetición.
Hubo días nómadas de riquezas carnales. Luego quedó la ricura espiritual de carga
sin pensar que la andadura tendría límite de velocidad a 100 por vida
a 100 por vida con el mismo vehículo. Desgaste de neumáticos.
Así es la goma que nos lleva de viaje por los labios de un Ferrari.
Y de pronto, se encontró perdido en la otra punta de su mapa
emparedado y con un armazón rojo en la espalda.
Mordido en la pantalla del retrovisor por su boca,
temió que la próxima fuese la punta de su cola entre sus labios
expuesto en la matrícula delantera.
La cola ladra en labios delicados, cosidos por la realidad,
mordida por la mordaza de la vida.
Baila a gatas, no puede ponerse erguido de dolor,
se tornó cuerda maula a su empeine de vida rosa.