Subo del sótano con un carpesano. Desempapelo los apuntes con más polvo que letras; aparecen unos folios mecanografiados a ordenador bajo viejos diskettes , de esos que usábamos para no perder nuestras confesiones. Los folios son retales, la historia sigue encerrada en los plásticos de los discos. Encuentro un lector de diskettes vetusto de portátil que, por suerte, puedo conectar al ordenador actual. La pantalla me dice que no puede abrir el archivo porque le faltan los dedos de la mano: no hay repuestos.
Pierde el papel
la máquina lectora.
Sin dedos muere.
Tu conciencia me empieza a poner nerviosa, exigiéndome que acceda a tu información. Son pedacitos de tu autobiografía sentimental, y las has perdido de tus archivos. Cuando oíste que en mi sótano guardaba una copia de tus memorias, no dejaste de presionarme hasta que has hundido mis manos en tus ansias de reencuentro. Estoy perdida, no se puede acceder.
Te ilusionaste.
Creíste en el recuerdo
resucitado.
Desesperado, coges mi carpeta y te dispones a destruir todo su contenido. Espera, un momento, por delante de tus ojos has creído ver unas frases conocidas de datos familiares: no recordaba que guardé una copia impresa entre mis apuntes. Te dispones a inspeccionar minuciosamente todo lo que has encontrado, y te das cuenta que, mientras giras las páginas, las letras saltan de los folios al suelo, formando un reguero de letras-hormigas que circulan por el desagüe del garaje, rumbo a las alcantarillas. Tus palabras se pierden en el agua, los folios son papel mojado vacío.
Las letras hablan,
no quieren ser momentos
fuera de tiempo.
Me ha encantado¡¡¡Pero siempre quedara el recuerdo no???Juani.
ResponderEliminarJuani, el recuerdo huyó desesperadamente a la menor oportunidad de liberación; fue destapar sus letras, y empezar a desfilar arbitrariamente y sin descanso descontroladamente por la válvula de escape más cercana a sus cuerpos, el agujero del garaje. La memoria quedó tatuada de blanco, sin relieve ni retrato, indefinido. El vacío de apoderó de su piel de cal amoniaco. El sutil y engomado cuerpo estirado quedó solitario, tranquilamente desocupado, deshabitado, intransitado de sentidos dibujados en sus lomos desiertos.
ResponderEliminarBesos. Me gusta la narrativa:D.