Cuando día a día muere el verde
hasta no verse en nosotros.
No hay huellas en los cabellos
de las rocas del río
donde peinarte.
Embalsamada entre los muros
el agua corre moribunda
a ras de cemento.
Lo lograste, mi cotorra sabia:
las alas de mi pico, zambullidas
en el fondo del cieno bajo tus algas,
aunque mi cuerpo, aparentemente
esté tomándose un baño.
Quedé sola sin puertos ni esperanzas.
Muy profundo y profundas estas aguas. Aunque te diré que los baños de lodo son excelentes para revitalizar la piel. Para el alma no tantoMe ha gustado mucho.
ResponderEliminarBss
Buenas tardes, Katy.
ResponderEliminarHoy amaneciendo temprano....la verdad es que tocaba de pies a roca, resbaladiza.
Como esta charca artificial de aguas heladas, en baño solitario y con múltiples ojos desde el borde de la orilla cementosa, aquí entre los extremos de este paisaje, el verde lo invade todo menos adentro. Ni rastro del color que afuera rezuma aliento. Que el cieno sólo suavice la piel sin traspasarla sería suficiente, tal vez.
Besos.