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Un bonito símil con nuestros sentimientos y nuestra forma de darnos a veces imperceptibles. Lo que margarita no sabía es que algunos sí hemos contemplado cada día su hermosura, y aún sin saberlo ella aspiramos su aroma, y disfrutamos de esos pétalos aterciopelados que nos ha regalado haciéndonos un poco más felices.
ResponderEliminarUn beso y buena semana.
Buenos días, Katy.
ResponderEliminarAy, ay! Margarita se pone violeta con tu comentario, bajo el rojo de la timidez y el azul de la serenidad de ese amor profundo que da el tiempo.
Besos!.
Muchas veces ni las raices que no sostienen son capaces de adivinar lo que esconde el corazón de una persona.
ResponderEliminarMuchas veces cuesta tanto ponerse en el lugar de una persona, que simplemente dejamos de ponernos, pero siempre habrás algo, ya sea una brisa de viento, ya sea una brizna de hierba; siempre habrá algo que nos recuerde que no estamos completamente solos, ni siquiera en el amor.
Hermoso poema Begoña besazoss
Magnífico.
ResponderEliminarLa verde charca está solitaria y abandonada. Nada parece mover sus aguas remansadas. ¿Podrá la bella flor de templados colores ver más allá de sus límites? ¿Podrá zafarse de la fina neblina que la envuelve? ¿Tendrá conocimiento de las sutiles energías que desprende y su natural cadencia? ¿Cómo podría perecer su belleza? En nuestro corazón siempre brillará una estrella que nos seducirá con su titilar fecundo, nutrirá nuestros deseos vehementes y devorará nuestra descorazonada apatía.
Buenos días, Emperatriz.
ResponderEliminarToda persona tiene su parcelita reservada para sí; en cierto modo nuestro pensamiento sólo nos pertenece a nosotros, y es una de las cualidades que nos hace distintos. Afortunadamente, todavía no es posible leer nuestra mente.
Besos!.
Buenos días, Rosa.
ResponderEliminarAyer por la noche cuando leí tu comentario,me inspiraste un pequeño cuento que luego voy a poner.
Qué bellos poemas que nos dejas, Rosa! hoy no puedo seguirte, no tengo inspiración, se me cortó. Debe ser este extraño cansancio que me invade el cuerpo llamado pereza, o quizá que todavía no ha llegado a mis pétalos esa negra clorofila llamado café.
Besos.