Cada vez que los árboles rojean,
te miro a los ojos con briznas de agua
y una hoja en las manos
a punto de hacerse añicos.
a punto de hacerse añicos.
Adentro, la voz entrecortada por un alarido,
escucha cómo la tolva acoge en su cuerpo
el vidrio hueco
el vidrio hueco
y aquel ruido de roces partiéndose en cristales
se adueña de mis oídos,
incapaces de evitar los cortes imaginarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario