viernes, 17 de septiembre de 2010

Salvado por la rama de mis aguas



Iba rastreándote sin aliento por el canalillo de la acera, arrastrándome hacia el agujero enrejado de la esquina, a ver si allí me esperabas.


Cuando llegué lloré descontrolada por no encontrarte en mi cauce, junto a las hojas y las razones que me enseñaste para mantenerme a salvo de ultrajes de otros.


Era imposible que nos halláramos: te habías encaramado de nuevo para no morir ahogado en mis aguas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario