Mengua el espacio
pendiente de tus huellas.
Un cuaderno
a punto de expiar sus últimas líneas,
un poemario de estelas
sujetas entre hojas,
y un marco gris (la ventana)
como origen
del primer trazo prensado.
Su portada reza
como un amigo.
Su interior, nuestro nido.
A nuestro vestigio confeso,
corolario de inciertos supuestos
donde remitentes y destinatarios
se encuentran repetidos.
Esta libreta marcada a dígitos
apura sus póstumos pasos
con más amor que desconcierto,
como compendio reducido
de fuente de ilusiones y fracasos.
Éstas son sus últimas líneas huecas
del registro de tus labios
mientras otro parejo retoza en espera.