Navegan los ruidos entre las ramas secas,
una brisa interior que escapa del barco
transformado en nave.
Maderas azules roídas por sal e historia
marchitan junto al cristal humo empolvado.
Dos ojos de buey estancos
preservan sus historias de navegantes
por el mar de las emociones.
Una cotorra atravesó sus orificios
y resguardó su amor del helor externo.
La indiferencia yació en la intemperie
sobre el murmullo gélido de la calle.
A veces lo que se sucede en este mundo oculto de las cotorras, puede ser llevado al interior invisible de los humanos. El frío no puede con el calor del corazón.
ResponderEliminarQue bonitas estrofas Begoña. Para saborear
Bss y buen finde
Buenos días, Katy!.
ResponderEliminarAsí es, el mundo de los humanos y el helor , no sólo por las temperaturas exteriores, sino también por las interiores. Afortunadamente, todos somos distintos. El amor es siempre más poderoso que la temperatura màs gélida.
Muchas gracias, Katy, celebro te guste. Esta vez lo escribí en nada y sin repasar, lo mismo se me ha escapado alguna falta;)))).
Besos y buen finde para ti!