Se acerca el fin del comienzo.
El invierno acecha
con su manto amarillo
acompañando tu quebranto.
No sé cómo evitar tu derrumbe
ni sé cómo ser hoja
que te sostenga y te agite
en sus alas.
Temo
tus nervios
en manos marchitas
y me da miedo
presenciar
cómo te desangras
sin poder evitar
tu caída.
Quiero el despertar
de tus tallos mojados,
tu envés instantáneo y sutil
cubriendo mis heridas
tan a la luz de todos
como imperceptible
salvo para mi haz,
y sueño
con una caricia tuya
inusitada y espontánea
que abrigue mi fragilidad
hacia ti.


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