Apenas levantas tus ojos
en tu primera oscuridad estrenada
quién te diría a ti
que ibas a empuñar
un arma de humo entre tus dedos
ante la noche helada!
No vas a declararme
una serie de intenciones
que desdigan lo dejado atrás.
Es tan simple como seguir
sin formular propósitos
tus acciones diarias,
perseverar ante alguna desviación,
y darte el placer de sucumbir
ante una tentación
para continuar con más fuerzas
aquello que te siente bien.
Aquello que deslumbra tu mirada,
aquello que jaspea las grietas
y colorea tus despropósitos
en tinta de agua
que navega
los sentidos tu regreso.
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