No sé si fue el azar
el que puso tu aguijón de almadraba
sobre el cocodrilo febril de sol
bajo mis piernas
o fui yo la que intentando huir
del tedio soleado sobre la arena
la que se interpuso entre ambos.
Una premonición.
Antes de los últimos adioses
las tizas deslumbran sobre sus sombras,
las aspas de los molinos rozan la arena
y refrescan al ganado que pasta con ellos
resguardado bajo sus brazos de aire,
las algas se balancean
y tropiezan con mis dedos
enredándose por segundos.
Todo, unos minutos antes
de recibir tu picadura.
Miradas con y sin retorno,
como letras y latidos
que perdidos hace más de cinco años,
los que tiene este blog,
pueden aún encontrarse.
Foto: Zahara de los Atunes, Cádiz
Me encantan las infinitas facetas de tus palabras. Parece que dibujaras sentimientos y a la vez entrelazaras las historias sencillas de seres humanos e imaginarios.
ResponderEliminarUn abrazo (^_^)
Hola, Ale.
EliminarRecuerdos de este verano, imágenes de una zona que ansiaba conocer, y como todo aquello que uno alcanza tras idealizar sin conocer, en parte se convierte en una escena que podría ser cotidiana aunque sea poco reincidente. Una playa con molinos de viento al fondo y algas en su fondo, un flotador insurgente morado por un insecto que al ser molestado usa su arma sin previo aviso, una estampa interior mezclada en las raíces del paisaje y un protagonista ausente que lo invade todo.
Besos.