martes, 8 de noviembre de 2011

Raíz apartada



Como tú,
desparramo el entusiasmo
en tierra de nadie.
Como tercas extensiones
sin rival ni cobijo, en tu camino
nadie salvo tú mismo 
te abraza, encrucijada
que se lía a sí misma 
en una polvareda gris metal
a falta de una manta que abrigue.
Sigues, y bajo tu medio solitario
yo te sigo sin enredarnos.

Todos los días quedo fascinada por la sencillez de los parques cuya razón de ser no es acoger niños, si no que quizá su existencia fue fruto de un proyecto que tan sólo quiso cubrir un vacío escueto y estrecho dentro de una zona industrial de una gran ciudad, con un par de árboles y cuatro bancos; parques que a primera hora de la mañana presentan su cara triste y solitaria, abandonados a las fauces de la contaminación, la hojarasca y el descuido de los habitantes que puntualmente los habitan. Parques que al mediodía acogen a más de un trabajador que se toma un descanso, come algo rápido o toma tranquilamente el sol. Parques sin nombre, anónimos, con papeleras repletas de inmundicias de todo tipo. Parques silenciosos, de poco bullicio salvo el ajetreo del tráfico que los circunda.
Allí te encontré hace pocas semanas en mis primeros días. Tus raíces apartadas del árbol emergen sobre el suelo para volver a desaparecer antes de llegar al tronco de tus árboles compañeros. Tus raíces, signo de tu existencia y de tu más que probable árbol desaparecido, sin que nada ni nadie haya podido eliminarlas. Tus raíces, tus huellas clavadas en la tierra de tu casa, de tu vida, de ti. Tú. Y yo acompañándote con esta mirada que te describo.




2 comentarios:

  1. Hola Begoña he querido dejar la lectura de post como adivinando que era densa para hoy.
    Peciosa refelexión que me ha llegado por mi amor a la naturaleza. A los árboles los admiro, los contemplo, y los abrazo físicamente. Siento verdadera fascinación por ellos.
    Esas raices son como huellas que quedan de algo que dio vida, cobijo a los pájaros y sombra al que lo buscó. Vio salir el sol cada día y gozó de la lluvia, del viento y porque no del juego de los chiquillos.
    Así es nuestra vida muy parecida y cuando desaparezcamos tal vez quede alguna raíz que recuerde nuestro paso peregrino por el mundo.
    Bss y gracias por este post tan hermososo

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  2. hola, Katy.

    Gracias por tu comentario. Lo que menos me gustaría es transmitir algo denso cuando lo más natural es sencillo. Ya sabes que mis palabras son simples y sencillas, es mi forma de expresarme:-).

    La naturaleza es vida. En este caso, la siento como un ser vivo al que equiparo a nosotros e intentando dejar una mirada introspectiva partiendo de esta premisa de lo que capta y ve afuera a su alrededor.
    Las raíces son el principio de todo, sin ellas lo demás no brota, son la conexión con la vida, los tubos de las plantas y árboles que los mantienen.

    Todos tenemos raíces, las nuestras, que quedan en el recuerdo de alguien. La escritura actúa así del mismo modo; a veces, logramos conectar con personas a través de su legado, o coincidimos con ellas en vida mientras nuestras raíces se comunican aunque no lleguen a cruzarse; es algo maravilloso cuando eso sucede.

    Besos.

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