En lo alto del pino,
esta mañana te ví cantar.
Ibas retozando
de branca en rama,
distraído,
pirueteando de patas en alto,
jugando con la madeja
que la araña
había construído en la copa,
hasta que tus alas
se enredaron en su viejo telar;
el nido fue luego pasto
de orugas que adornaron
con múltiples filaturas
su hogar.
Al romperse el cascarón,
una momia disecada se precipitó al suelo,
llevándose tu canto por unos segundos
(pegaste un brinco de espanto).
(pegaste un brinco de espanto).
La rama, al fin,
quedó libre de su pesada carga,
y la cepa vió cómo del cielo
llovían alimentos que incorporar
a su dieta de nutrientes.
Muy alegre tu poema esta mañana. Un canto a la vida que brota en múltiples formas, cambia, se trasforma. Ver la belleza depende de nuestra de como sea nuestra mirada.
ResponderEliminarUn beso
Buenas tardes, Katy!
ResponderEliminarMe encanta tu comentario por sorprenderme. Si bien le he intentado dar una pincelada de color, la verdad es que las arañas, las telarañas y todos aquellos animalitos que tejen hilos despiertan mis obsesiones y temores, para mí tienen connotaciones espectrales y angustiosas. Así que tu visión es doblemente halagadora en este caso.
Besos.